EL ORIGEN DE LAS UNIVERSIDADES MEDIEVALES
A partir del año 787,
se promulgaron decretos que recomendaban, en todo el imperio, la restauración
de las antiguas escuelas y la fundación de otras nuevas. Institucionalmente,
esas nuevas escuelas podían ser monacales, bajo la responsabilidad de los monasterios; catedrales, junto a la sede de los obispados; municipales, bajo el auspicio de
los ayuntamientos; y palatinas, junto a las cortes. Esas medidas tendrían sus efectos más significativos
sólo algunos siglos más tarde (aunque desde mediados del siglo IX ya
funcionaban por ejemplo, la monástica escuela de Auxerre o la escuela palatina
de Carlos el Calvo Escoto Erígena). La enseñanza de la dialéctica
(o lógica) fue haciendo renacer el interés por la
indagación de carácter especulativa; de esa semilla surgiría la filosofía
cristiana de la Escolástica.
En los siglos
XII y XIII, algunas de las escuelas que habían sido estructuradas mediante las
órdenes de Carlomagno, que destacaban por su alto nivel de enseñanza, ganan el
título primero de Estudio General y más adelante el de Universidad. Esto ocurre
especialmente entre las escuelas catedralicias.
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